Huesca es pequeña y coqueta, y como buena provinciana, tiene un vestido de los domingos. Ese vestido es el parque, y en primavera se pone más bonito que nunca: pensamientos azules a la entrada, flores amarillas en las celosías, tulipanes rosas en la fuente circular. Pero mis favoritas son las pequeñas rosas blancas, que crecen en un tipo de rosal que trepa como un arbusto. Está justo al lado del Parque Bar, y da gusto justo en esta época, pasar por debajo, y aspirar el maravilloso aroma a primavera. Así lo hacía todas las primaveras de mi infancia. Al pasar por ese arco, el olor de estas pequeñas rosas me hacía despertar y mirar para arriba, en las mañanas de primavera cuando iba a clase. Esas pequeñas rosas y todas las demás para María, y para Teresa también.
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